EL AGUA DEL HUMEDAL
por Miguel Laborde
Cuando los incendios forestales devastan hectáreas y se acercan a las ciudades, cuando parece que toda forma vegetal perecerá por las llamas o el calor, aparecen los humedales en toda su fecunda profundidad. Un humedal como el de Batuco puede atraer a docenas de especies de aves que anidan en sus rincones, a veces entre las totoras que crecen en las orillas.
En lugares así nació la vida, tal como lo intuyeron los pueblos antiguos. En el mito egipcio del origen del mundo, todo comenzó en unas aguas cubiertas de nieblas, donde surgieron Shu y Tefnut, el viento y la humedad.
Para los sumerios todo comienza en el océano primordial, donde la diosa Nammu, con la ayuda de la diosa Ninmah, crearon los primeros seres. En el Libro de la Comunidad maya, el Popol Vuh, al principio todo era agua. En el Génesis de la Biblia, en un principio el Espíritu de Dios se movió sobre las aguas.
Ilustración del mito egipcio del origen del mundo / Figura de la diosa sumeria Nammu
Ahora crepitan los bosques de pinos resinosos, arden fácil. Los gigantescos aviones los sobrevuelan y les lanzan masas de agua para intentar salvar la vida. Una vez más, el agua de la vida.
La ciencia coincide con la intuición mítica. En un principio había una especie de “sopa primordial”, una solución acuosa con presencia de algunos cuerpos orgánicos, los que por acción de luz y calor dieron origen a las primeras formas de vida: los aminoácidos. De ahí en adelante todo fue más complejidad y diversidad, hasta que explotó y se hizo visible el esplendor del mundo.
En los humedales todavía persiste la diversidad que, con las ciudades y los cultivos desapareció de la mayor parte del planeta. Ellos siguen siendo fuente de vida, y hay aves que cruzan hemisferios, miles de kilómetros, para llegar a uno como el de Batuco.
Mientras más se seca el planeta, más se valoran los humedales. Mientras no se descubran “sopas primordiales” más allá de la Tierra, en ellos está puesta toda nuestra esperanza. Forman el 6% del planeta pero la mitad vive deterioros y pérdidas en su extensión, aunque desde 1971, con la Convención Ramsar, se les haya declaró aliados estratégicos contra el cambio climático. Aguas a veces pantanosas, o turberas ricas en microorganismos, favorecen la diversidad de flora y de fauna.
Son palabras hermosas, cargadas de vida: turberas, marismas, albuferas, vegas…
Agua y Tierra / Foto de Guy Wenborne
Los humedales de la Región Metropolitana están muy amenazados, como los de Quilicura y Los Trapenses, incluso el principal, de Batuco. Por deforestación, perros asilvestrados, cazadores furtivos, usos de vertedero, incendios… Siete ecosistemas de la Región Metropolitana buscan convertirse en nuevos humedales urbanos, buena noticia, lo que obligará a las inmobiliarias a pasar por el Sistema de Evaluación de impacto Ambiental antes de intervenir alguno.
Al amanecer, en ellos amanece el mundo. Se oye el pulso de la vida despertando, los primeros cantos, chillidos, carreras. Chapoteos que mueven las aguas. Refrescan el aire de las ciudades, aportan más áreas verdes, alimentan aguas subterráneas, crean microclimas más frescos, absorben y drenan excesos de agua en las inundaciones. Ellos serán una clave fundamental para la recuperación del planeta.
Por ahora, al ver levantar vuelo a 400 ó 500 piuquenes, uno se olvida de sí mismo y aparece el mundo. Las propias aves –y aquí en Batuco hay cisnes, garzas y gansos, águilas, halcones y búhos, además de incontables variedades de patos-, son el mundo.
—
Miguel Laborde es un escritor y profesor que, desde 1981 y por diferentes medios, ha venido pensando en los signos de estos tiempos con sentido de lugar: desde Chile y América Latina. Ya en su primer libro , «La selva fria y sagrada» sobre la cosmovisión mapuche, celebrado por Elikura Chihuailaf y Leonel Lienlaf, y hasta el último, «Chile geopoético», da cuenta de esa constante vocación. Es Miembro de Honor del Colegio de Arquitectos de Chile.
_
Fotografías: Guy Wenborne