RIO CAUTIVO
por Miguel Laborde
Por primera vez, el río Maipo no está llegando al mar. Parece algo lejano, allá por San Antonio y Santo Domingo, pero se trata de “la salida” de nuestra cuenca Maipo-Mapocho. Es ahí donde nuestros valles, nuestra cuenca desemboca en el océano.
El indígena sentía propias las altas cumbres, con su nieve que rozaba el espacio de los dioses, y es por eso que el acceso de su vivienda se abría hacia el oriente, para no olvidarlos. Y para que el sol entrara con sus primeros rayos. Pero su hábitat también se extendía hacia el mar, hasta el horizonte al fondo. Sabían que por allá iban a entrar a su última morada, sus espíritus, llevados por las ballenas hasta el punto en que el océano toca el cielo, allá al fondo.
Su hubieran visto el Maipo embancado, sin poder llegar al mar, habrían sufrido una crisis profunda. Esa amplitud es propia de los pueblos arcaicos, los que se sentían “habitantes del cosmos”.
Rio Maipo en su tramo agrícola
Ambrosio O’Higgins nos conectó, físicamente, con la cordillera. Fundó la ciudad de Los Andes e impulsó el camino a Mendoza con refugios de descanso; así pudo llegar el correo incluso en invierno. Antes, se podría haber hundido Europa en el mar y no lo habríamos sabido hasta mucho después. También impulsó el Camino Real o Camino Caracol para llegar al Puerto de Valparaíso que, al margen de los túneles, sigue siendo la ruta más transitada de Chile; para él, así se unían dos urbes hermanas y complementarias, las que había nacido para estar juntas.
El valle conectado al océano.
Como parece que el tren rápido y directo no se construirá en este gobierno, su camino seguirá siendo así, la carretera más intensa de nuestra geografía. Fuimos nosotros, la República de Chile, los que fuimos en-cerrando a la capital, los que empezamos a vivir entre-cerros. La provincia nació abierta a lo marino, por unos años por San Antonio, por otros en Valparaíso, pero con el tiempo se les fue separando y el mar desapareció de nuestro imaginario. La Región Capital se quedó sin respirar en la costa.
El mar pasó a ser un espacio “otro”. Ajeno y diferente.
‘La Mar: una versión de la vida ante el mar y del viaje a solas por las costas de Chile’ de Ignacio Balcells
Tal vez no hay mejor libro de nuestro océano que La Mar, creación del arquitecto y poeta de Amereida Ignacio Balcells, habitante de Quintay en sus últimos años – esperando el regreso de las ballenas-, quien un día vino a Santiago y vio, desconcertado, una gaviota en el Mapocho. Se sintió tan perdido como ella, algo estaba fuera de lugar. Una brisa de mar subiendo por el Mapocho…
Pero así debe ser, como antes, cuando los indígenas cordilleranos hacían trueques frecuentes, de sus afiladas piedras de obsidiana, útiles para separar moluscos de las rocas, a cambio de productos del mar.
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Miguel Laborde es un escritor y profesor que, desde 1981 y por diferentes medios, ha venido pensando en los signos de estos tiempos con sentido de lugar: desde Chile y América Latina. Ya en su primer libro , «La selva fria y sagrada» sobre la cosmovisión mapuche, celebrado por Elikura Chihuailaf y Leonel Lienlaf, y hasta el último, «Chile geopoético», da cuenta de esa constante vocación. Es Miembro de Honor del Colegio de Arquitectos de Chile.
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Fotografías: Internet