ESTA HUMANIDAD NO SE SOPORTA
por Miguel Laborde
El año 2000 se nos vino encima, 2 mil años de historia. Vino la revisión y el resultado está a la vista; no hay personaje, monumento, héroe o santo que se salve. Estamos bebiendo ese trago amargo hasta el final, como siempre sucede al principio – de manera polar y excesiva-, pero, era necesario hacer justicia y abrir espacio a la historia de los pueblos perdidos, a la mitad femenina de la humanidad, a los derrotados.
Había que reconstruir la historia.
Es parte de un ciclo de maduración, como el que vive todo ser humano cuando en la adolescencia cuestiona la verdad revelada por sus padres y comienza a pensar por sí mismo. Se indignará, será ofensivo, injusto, hasta que encuentre el equilibrio.
La humanidad dejó de gustarse a sí misma, la humanidad se volvió agresiva consigo misma, las nuevas generaciones reniegan del pasado, de todo el pasado.
¿Cuándo encontraremos un equilibrio?
Hacia el año 2000 comenzó a acabarse un mundo y ahora estamos en otro. Recién estamos comenzando a esbozar el relato del mundo nuevo, aunque sin saber si tendremos por delante otros 2 mil años de historia.
El relato actual está teñido de incertidumbre pero tiene unos visos de realidad que no tenía el anterior. El lado humano oscuro se hizo visible; nuestro lado oscuro como especie. Era necesario desenterrar los huesos al aire, exponerlos a la luz del sol, hacernos cargo de lo violento de nuestro origen.
Ese grupo de africanos que fue el origen de todo, en una llanura cercana a un río, apenas dos centenares de individuos en el comienzo de lo humano, no parecía muy respetable. Nadie habría apostado a su favor, criaturas frágiles en medio de una megafauna enorme y poderosa.
Escena de la película ‘2001, Odisea del Espacio’ de Stanley Kubrick
Tuvieron que ser astutos y brutales para sobrevivir. Todos los humanos actuales tenemos a uno de ellos en el árbol ancestral, son los que lograron salir adelante, los que repartieron sus genes en varias mujeres y tuvieron el poder de mantener vivos a sus descendientes; los débiles de corazón, los corderos de espíritu, fueron desapareciendo y sus hijos no llegaron a la adultez. Se extinguieron.
Tenemos un legado de violencia y destrucción en nuestra sangre y es justo y necesario reescribir la historia por completo, reconociendo ese origen, para iniciar unos nuevos 2 mil años que sean diferentes.
Ahí está George Washington, el primer presidente de Estados Unidos, por ejemplo, que no sonríe en su retrato porque su dentadura postiza está hecha de dientes arrancados a esclavos negros.
No ha sido la bondad nuestro atributo central, sino la increíble persistencia, como lo reconoce Óscar Hahn en ese poema que llamó “Hueso”:
‘Curiosa es la persistencia del hueso
su obstinación en luchar contra el polvo
su resistencia a convertirse en ceniza
La carne es pusilámine
recurre al bisturí a ungüentos y otras máscaras
que tan sólo maquillan el rostro de la muerte.
Tarde o temprano será polvo la carne
castillo de cenizas borradas por el viento
Un día la picota que excava la tierra
choca con algo duro: no es roca ni diamante
Es una tibia un fémur unas cuantas costillas
una mandíbula que alguna vez habló
y ahora vuelve a hablar
Todos los huesos hablan penan acusan
alzan torres contra el olvido
trincheras de blancura que brillan en la noche
El hueso es un héroe de la resistencia’
—
Miguel Laborde es un escritor y profesor que, desde 1981 y por diferentes medios, ha venido pensando en los signos de estos tiempos con sentido de lugar: desde Chile y América Latina. Ya en su primer libro , «La selva fria y sagrada» sobre la cosmovisión mapuche, celebrado por Elikura Chihuailaf y Leonel Lienlaf, y hasta el último, «Chile geopoético», da cuenta de esa constante vocación. Es Miembro de Honor del Colegio de Arquitectos de Chile.