Luciano Kulczewski en Santiago | Parte 2: Conjunto Virginia Opazo

 

Luciano Kulczewski en Santiago | Parte 2: Conjunto Virginia Opazo

*Para Santiago Adicto – @santiagoadicto 

Descubrir el conjunto Virginia Opazo, en medio del ajetreado Barrio Universitario de Santiago, es encontrarse con un oasis en medio de la ciudad; un oasis silencioso y vestido de traje blanco. Una arquitectura que, por su belleza y tranquilidad proyectada, aparenta quedar inmune ante el trastornado ritmo de la ciudad, que día a día pasa ante sus tranquilos ojos, caótica y ataviada como siempre.

Y es que esta zona, una cuadra de tan solo unos cuantos metros, es uno más de los emblemáticos legados del célebre y gran Luciano Kulczewski.

Declarada zona típica el año 1992, está compuesta por 33 casas albas y de fachada continua, de solo dos pisos e inspiradas en la arquitectura neoclásica del París y Londres; o más bien de los restos que aún permanecían vivos durante la primera mitad del siglo XX. Algo un poco extraño pensando en que la vanguardia ya iba en otra dirección. Dicen, incluso, que el atrevido Kulczewski, muy inspirado en el mundo antiguo que intuía a punto de desaparecer, quiso traer el mismísimo Londres a Chile. De ahí, su estilo.

Construcciones curvas, de balcones y subterráneos, jardines interiores y elegantes terminaciones de fierro forjado se exhiben entre las rejas. Un conjunto a todas luces que no alcanza, lamentablemente y por sus escasas medidas, para barrio. Su trazado curvilíneo en construcción y calle, el islote de casas que genera al centro y la espacialidad sinuosa al caminar permiten realizar una verdadera promenade, tal vez demasiado corta, pues el paseante queda con ganas de más.

Con respecto a su historia, el conjunto da mucho para hablar. La obra se construyó sobre los cimientos de uno de los lujosos palacios del siglo XIX que regaban el Santiago de esos años: la residencia y mansión del afamado empresario estadounidense, prócer del mundo ferroviario, Henry Meiggs. La bella mansión, que ocupaba toda la manzana, fue demolida luego de ser ocupada y abandonada por varios aristócratas y empresarios de la época. Con esto se abría la Alameda hacia el sur para dar paso a uno más de los tantos pasajes y cités construidos en el siglo XX.

Infraestructura residencial como respuesta del Estado a la migración campo-ciudad de la época, pero con un destinatario pensado de ante mano: el Ejército. La iniciativa fue impulsada y ejecutada por el coronel Octavio Opazo, quien decidió construir viviendas para él y sus compañeros de curso de la Academia de Guerra en pleno centro de la ciudad. Una vez levantadas las viviendas, y en un gesto de agradecimiento de amigos y familiares, la obra fue llamada con el nombre de su madre, Virginia, e inaugurada el año 1943.

Kulczewski hizo gala otra vez de su particular estilo, esa facilidad con que mezclaba materiales, colores, formas, sin prejuicio ni siguiendo la corriente, en un afán siempre innovador y con voluntad creadora. No por nada este genial arquitecto es considerado por muchos como el Gaudí chileno.

Actualmente, los días en Virginia Opazo siguen sucediéndose suave y lentamente, pese al paso del tiempo y los cambios obvios. Las antiguas residencias continúan algunas siendo viviendas, otras fueron desplazadas por hostales, talleres artísticos, fundaciones o incluso, consultas médicas. Aunque nada de esto se percibe desde afuera. La unidad y cohesión del conjunto se distingue a la distancia.

Y es que, esta joya urbana de extraordinario valor arquitectónico y patrimonial retiene consigo el espíritu original, como si estuviera recién erigida, la pintura todavía fresca y el fierro recién forjado.

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Texto e Imágenes: Carolina Briones 

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