Más que un modesto monolito
por Nils Timmermann | *Para Santiago Adicto – @santiagoadicto
Aquí se respira tranquilidad. La gente camina con paso lento y despreocupado. Estamos en plena ciudad, pero algo tiene este lugar que nos hace sentir fuera de ella. La vegetación abunda y con ella, su sombra. Esa sombra tan valiosa en estos días, en donde volvemos a recordar que el verano está a la vuelta de la esquina.
Llaman la atención las enormes palmeras canarienses dispuestas en fila en sentido norte-sur. Los pinos, de grandísimo tamaño también, complementan el panorama vertical. Árboles de este tamaño son históricos. Y aquí, sin duda, hay mucha historia.
“Desde este lugar en la tarde del 21 de agosto de 1910 se elevó por primera vez un aeroplano en Chile piloteado por don César Copetta Brossio”
Parque Ramón Cruz, antiguamente perteneciente al Fundo Chacra Valparaíso
Una frase potente. Con estas palabras, grabadas en una placa de un modesto monolito instalado en el lugar, se conmemora la hazaña. ¡Y qué hazaña! Quién diría que este preciso lugar -hoy rodeado por edificios de la Villa Frei y buses del Transantiago- fue testigo de un hito para del centenario de nuestro país.
El parque Ramón Cruz, ubicado en la intersección de las calles Irarrázaval con Ramón Cruz Montt en la comuna de Ñuñoa y antiguamente perteneciente al fundo “Chacra Valparaíso” fue el escenario elegido para llevar a cabo lo que resultó en el primer vuelo de un avión en Chile.
Cuesta hacerse la idea. Un avión elevándose en el parque…suena, por lo bajo, increíble. Pero, ¿cómo era ese Santiago de 1910?
Parque Ramón Cruz
Nuestra nación cumplía 100 años del inicio del proceso que nos llevó a la independencia. Y claro, había que celebrarlo en grande. En marcha estaban las grandes obras públicas diseñadas especialmente para la ocasión: el palacio del Museo de Bellas Artes, la Estación Central, el edificio de la Biblioteca Nacional. Todo esto constituía una señal inequívoca: un cambio donde una vida rural comenzaba a ceder paso al ritmo incesante de la gran ciudad.
Con paso lento pero firme, Santiago iba dejando atrás ese aire pueblerino. Don Benjamín Vicuña Mackenna, se había encargado -algunos años antes- de dar el puntapié inicial a esta serie de transformaciones que viviría la ciudad en los años venideros. Obras tan importantes como la canalización del Mapocho, que daría paso al Parque Forestal o la creación de un maravilloso paseo urbano en el Cerro Santa Lucía, le habían quitado el sueño y hasta su propia fortuna.
Tal como lo había hecho Vicuña Mackenna, nuestra capital miraba con anhelo y fascinación a Francia. Era el país que marcaba la pauta.
Pero nuestra conexión con ese país va más allá de una aspiración arquitectónica. La historia del primer vuelo en Chile tiene su origen precisamente, en Francia. Aquí se cruzan las historias de cuatro protagonistas: dos primos y dos hermanos. Los primeros, David Echeverría Valdés y Miguel Covarrubias Valdés; los segundos, franceses avecindados en Chile, César y Félix Copetta Brossio.
César Copetta Brossio | 20 agosto 1910, un día antes del despegue. En la foto David Echeverría, los hermanos Copetta, Beltrán Tisné y Gabriel Robin
Un año antes del centenario, Echeverría se encontraba viajando junto a su familia por Europa. Sorprendido por los avances de la aviación en Francia, decide comprar un avión en sociedad con su primo Miguel para traerlo a Chile con el propósito de profundizar y ampliar el progreso de la capital con motivo de las celebraciones del mes de septiembre de 1910.
“David Echeverría era automovilista y tenía contacto con César Copetta que poseía un garaje en la calle Ejército. Le comentó sobre la compra del avión a lo que Copetta le preguntó quién lo volaría. Le respondió que él mismo; César entonces le recomendó no hacerlo y se ofreció para viajar a Francia en su lugar, obtener un brevet (licencia) y volver a Chile para cumplir con la idea de volar la aeronave para el centenario.”[1]
Réplica del Voisin que voló Copetta
El avión -muy parecido a un gran triciclo con alas- era un Voisin con motor Gnome de tan solo 50 caballos de fuerza. Fue traído en barco hasta Valparaíso, luego trasladado por tren a Santiago y desde ahí, al garaje de los hermanos Copetta.
Con el avión ya establecido en Santiago, Echeverría consigue autorización para montar un cobertizo en el fundo Chacra Valparaíso de propiedad de don Ramón Cruz Montt. El ensamblaje del avión avanza sin mayores complicaciones hasta el día 21 de agosto. Con menos de un mes restando para las celebraciones del centenario, los cuatro protagonistas deciden hacer un vuelo de prueba.
“Para poner en marcha los aviones de la época era necesario que un mecánico impulsara la hélice para poner el motor en funcionamiento, tarea que cumple Félix Copetta, mientras otros ayudantes sujetaban los montantes, ya que el avión carecía de frenos. La máquina fue soltada a una señal del piloto. A las cuatro de la tarde César Copetta despega para un corto vuelo en el cual logra un viraje con el Voisin. Realiza, pues, el primer vuelo de un avión en nuestro país, mientras los espectadores corrían a lo largo del potrero avivándolo, llenos de júbilo y como muestran las fotografías del hecho, con el infaltable quiltro saltando al lado de la máquina en movimiento.[2]”
Despegue del Voisin al mando de Copetta
Echeverría, desbordando de felicidad, le pide a Copetta que realice un segundo vuelo, pero esta vez con él de pasajero. Sin más tiempo que perder, salta arriba del Voisin y ocupa una precaria posición detrás del asiento del piloto. Agarrado firme a Copetta, realizan el segundo vuelo. Al aterrizaje, sufren algunas complicaciones, pero esto no los desanima para realizar un tercer -y último- vuelo.
Posterior al tercer despegue, el avión se inclina hacia la izquierda, el ala toca el suelo, se rompe la hélice y con esto, también los sueños de participar en las celebraciones de septiembre. Las reparaciones de la máquina se prolongan hasta enero de 1911.
La tristeza les duró poco. Habían logrado algo inédito. Eran los artífices del primer vuelo en Chile, tan sólo siete años después del primer vuelo de los hermanos Wright en Kitty Hawk, Carolina del Norte.
Monolito en Parque Ramón Cruz
Cuánto le debemos a personas como los primos Echeverría y Covarrubias y a los hermanos Copetta, que al igual que Vicuña Mackenna, aportaron a nuestro país de forma desinteresada con sus sueños y convicciones. Verdaderos pioneros, que supieron poner sus esfuerzos al desarrollo del país.
El 21 de agosto de 1910 es una fecha para recordar. Porque el tiempo pasa y las cosas se olvidan. Por eso necesitamos conocer la historia, nuestra historia y nuestra ciudad. Conocer sus monumentos, esculturas y rincones que guardan precisamente estas pequeñas historias, porque son esas pequeñas hazañas las que nos han dado forma y construido silenciosamente lo que hoy entendemos como nuestro país. Por eso merecen estar en nuestra memoria. Y merecen mucho más que un modesto monolito.
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Citas:
- MAGLIOCCHETTI, Mario. SATO, Alberto. Los aviones Voisin y el primer vuelo en Chile. 2010. Publicación del Museo Nacional Aeronáutico y del Espacio.
- MAGLIOCCHETTI, Mario. SATO, Alberto. Los aviones Voisin y el primer vuelo en Chile. 2010. Publicación del Museo Nacional Aeronáutico y del Espacio.
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Texto y fotografías actuales: Nils Timmermann
Fotos históricas: Museo Nacional Aeronáutico y del Espacio