Cristián Valdés | Arquitecto

‘Arquitectura y lugar’

Cristián Valdés Eguiguren, Premio Nacional de Arquitectura 2008, se ha destacado no sólo por su amplia carrera en el quehacer arquitectónico, sino que por su incansable búsqueda de entrelazar la observación con el oficio. Su innovadora mirada tanto de los objetos como de la arquitectura ha dado origen a su particular idea del diseño, cuya forma responde siempre a los preceptos que el lugar indica. En esta entrevista buscaremos develar ideas de cómo ligar arquitectura y paisaje, objeto y lugar.

  1. ¿Qué es paisaje?

Para mí el paisaje tiene que ver con el lugar, sin lugar no hay nada de qué hablar. Eso significa que cualquier lugar está en un paisaje determinado, ese lugar está conformado por un paisaje. El paisaje es el espacio.

Hay lugares, espacios por lo tanto, donde miras las cosas y dices: ¿Qué se puede ver desde aquí? ¿Cuál es su particularidad?, entonces si defines una particularidad en el espacio en que estás, estás encontrándote con un paisaje. En cualquier lugar donde estés, tienes algo que ver, para donde miras es el lugar del paisaje. ¿Por qué? Porque algo lo conforma y te atrae como un bien, y este bien se constituye en paisaje.

Cada lugar del mundo donde tú quieras hacer algo pertenece a un sistema mayor que la gente no entiende bien, está metido dentro de unas dimensiones y un ámbito particular. Un ejemplo es cuando yo era estudiante en Valparaíso, la escuela se fundaba en la observación que tu hacías desde la ciudad, ahí el cerro era el lugar más interesante para observar, tu mirabas siempre hacia donde escapa la vista y siempre aparecía el horizonte, aparecía el mar, daba lo mismo lo que hubiera en la quebrada, casas viejas o nuevas, sin meterse en el problema arquitectónico tú te zambullías en el horizonte.

A mí me llamaba la atención encontrarme con mujeres que vendían ropa o con algún carpintero en la quebrada haciendo su trabajo; te dabas cuenta que estaban en un lugar fantástico: ¡mira lo que significa hacer estas cosas aquí! Pensaba en las situaciones que ocurrían en Santiago, donde tenemos una cordillera fantástica pero normalmente estamos metidos en una situación encerrada, aunque sea en barrio de ricos o de pobres. Allá no, allá están en contemplación, eso es una clave que hay que garantizar siempre. En ese sentido todas mis obras quedaron bajo esa ley.

Aquí la gente camina como las hormigas, no levanta la cabeza. En Valparaíso la gente siempre está mirando, tienen actitud de contemplación, y sin contemplación no hay paisaje.

  1. Hay una constante en su obra, que es el elevarse para para contemplar el paisaje y hacerlo propio. ¿Podría explicar este concepto?

Cuando llegué a Santiago me preguntaba, ¿qué hago acá?, estaba un poco desesperado. Tuve que hacer un proyecto y no sabía qué hacer, entonces me pregunté: ¿qué es lo que tiene este lugar? Árboles. Eran loteos muy grandes, sitios de 3.000 metros cuadrados donde cada gallo (sic) plantaba su pequeño bosquecito y hacia un lugar de árboles. Entonces me subí al techo de una casa de dos pisos y veía estos lugares de árboles; descubrí que conformaban un parque en distintas profundidades, eso significa una ampliación del campo visual medido por los árboles. Eso lo convertí en una posibilidad. Eso es paisaje, tú lo buscas y lo encuentras, y eso significó que tuve que subir la obra, no podía quedarme al nivel de las panderetas, y la mitad de mis proyectos quedaron ordenados para toda la vida así.

  1. Partiendo de la idea de que el lugar debe ser el primer rector de la forma y el paisaje debe ser el determinante de la obra. ¿Cree que eso se está cumpliendo hoy en el ejercicio de la profesión?

Esto no es algo general, para mí el paisaje es una cosa que se conforma, exista o no exista. Por ejemplo lo que te conté de los árboles, en que el paisaje lo produje yo, busqué una situación de paisaje basado en los árboles que existían en el sector, y mirándolos de cierta manera me di cuenta que eran un parque potencial, entonces mi paisaje fue el parque potencial que no existe, porque eran propiedades distintas que con los años iban a cambiar o a desaparecer. Mala pata (sic), pero en el momento en que yo estoy viviendo las cosas son así, y hay que hacerlas válidas en el momento en que tú estás viviendo, no en el futuro en que no sabes lo que va a pasar.

Entonces el paisaje es lo que tú determinas que sea, y tú lo defines como tal y lo trabajas, si no no existe.  

  1. Usted ha hecho referencia al patio como la última esperanza de una gran conexión espacial. ¿Le parece que la arquitectura chilena en general está desvinculada de su medio y más bien prefiere fabricarse realidades propias en el patio que mirar realmente la riqueza de su entorno natural?

Eso está referido a un poema de Oscar Wilde sobre la cárcel de Reading, acerca de un tipo que está condenado y sabe que va a morir. Él, como preso condenado, habla del cielo como su gran paisaje, es el único lugar de escape que tiene, el cielo es su ventana.

A mí personalmente los patios nunca me han gustado; yo estudié un tiempo en el San Ignacio con sus patios cuadrados y me sentí preso toda la vida, así que cada vez que entro en un patio me dan ganas de botarle todo el fondo, que estén los cuatro lados cerrados me parece insoportable.

Esto está ligado a esta experiencia porteña de mirar lejos. Cuando estás en el espacio exterior, en el suelo, metido en un lugar mayor en que formas parte de él, el suelo hace que te sitúes frente a esta situación general, pero detrás de eso hay algo más real: yo siento que el espacio es algo interminable, lo opuesto a estar encerrado en un patio. Estar en un patio es como un castigo, yo en el San Ignacio me sentía como en la cárcel. Después estuve en el Saint George, que era un colegio moderno, desordenado, con edificios por aquí y por allá, patios de fútbol, pero no tenía esa sensación de estar enclaustrado.

  1. Al mismo tiempo, ¿Cree usted que las ciudades chilenas son más una construcción ficticia (que simula y niega la riqueza del paisaje circundante) que un espacio realmente vinculante entre el hombre y su territorio?

Las ciudades chilenas son cualquier cosa. Pedro de Valdivia y el alarife Gamboa ponían un pie y decían aquí. El aquí de ellos tenía una dimensión de ubicación espacial, pero ellos aplicaban la Ley de Indias, que era una trama y la trama tenía que ver con la salud. Como ellos venían con estas ideas renacentistas de hacer una ciudad ordenada porque ellos vivían en una ciudad que era una encrucijada, medievales, llenas de contaminación, difíciles de limpiar. En el fondo por una cosa de salud hacían la cuadrícula, algo muy romano por lo demás. Eso no significa nada para mí.

El ‘aquí’ sí importa. ‘Aquí’ en La Serena, ‘aquí’ en Concepción, ‘aquí’ en Santiago; donde sea tenía que ver con la habitabilidad. ¿Qué significa eso? Que si se puede vivir. Hay un ojo que determina que ‘aquí’ se puede vivir, hay algo en el ambiente que lo determina.

Otra cosa es lo que sucede con la ciudad de hoy, que es una superposición de épocas, de ideas, de técnicas, etc.

  1. ¿Ve usted algún esfuerzo individual o colectivo en Chile tendiente a reconocer a nuestro paisaje como un sello distintivo?

 Diría que lo que era regalado, no lo es. Con el sistema antiguo de barrios, como era Santiago hace pocos años atrás y que sigue aún el barrio Bellavista todavía de un piso, tú veías aparecer en las calles la cordillera, los cerros, las puntas de las iglesias, lleno de referencias… todo eso desapareció.

Cuando era niño y estaba en el colegio caminaba por Providencia, frente al Mercado de Providencia que ya no existe, y siempre se te abría la cordillera en ese lugar. ¡Era fantástico en invierno, un descubrimiento! Uno como niño recibía ese regalo paisajístico formado por una calle… eso ya no existe. Entonces, ¿qué pasa con todo eso?

Si uno asume la responsabilidad frente a eso, uno podría decir tracemos ejes visuales para conformar el crecimiento de nuestra ciudad. Pongan edificios de la altura que quieran, pero háganlo de alguna manera de que por ejemplo esta experiencia de la cordillera en la calle no se pierda.

Ahora me puedes decir ¿Cómo lo vamos a hacer si ya está todo construido? Ese ya es otro problema..

Imágenes: Fernando Márquez de la Plata © | Textos: Gonzalo Schmeisser

Category: Entrevistas
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